Reanuda Japón cacería de ballenas para «fines científicos»
Nueva Zelanda condenó hoy la decisión del Gobierno japonés de reanudar la caza de ballenas en aguas antárticas y advirtió de que esta medida dificulta “la continuidad del proceso diplomático” entre ambos países.
“La decisión de Japón desentona respecto a la opinión internacional. Es una muestra de falta de respeto a las preocupaciones expresadas por los pueblos de Australia y Nueva Zelanda que son aledaños al Océano Antártico”, indicó el ministro neozelandés de Exteriores, Murray McCully, en un comunicado.
Japón anunció ayer que reanudará su “caza científica” de ballenas en el Antártico en el verano austral y que enviará un buque del Gobierno para proteger sus navíos de protestas ecologistas.
Tras el anuncio, Australia, país que interpuso una demanda contra Japón en la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por la caza de cetáceos, también expresó la víspera su “decepción” por la reanudación de esta actividad en las aguas antárticas.
La próxima batalla anual en las aguas antárticas entre balleneros y ecologistas a partir de diciembre próximo parece haber escalado con el anuncio de algunos activistas de estar dispuestos a dar su vida para defender a los cetáceos.
Sea Shepherd ha denominado su próxima campaña “Viento divino”, que traducido en japonés significa “kamikaze”, los pilotos suicidas de la Segunda Guerra Mundial.
Se calcula que Japón invertirá unos 27 millones de dólares (20 millones de euros) más en la seguridad de la flota ballenera este año.
Para el director de la ONG Sea Shepherd, Jeff Hansen, la millonaria inversión es una señal de que “se tratará del año más polémico” que tendría su organización en las aguas antárticas.
Ante una posible escalada de violencia, el ministro neozelandés pidió a todas las partes a “actuar responsablemente” durante la temporada de caza de ballenas y “evitar cualquier acción que ponga en peligro sus vidas y la de los otros”.
Japón, Islandia y Noruega son los únicos países del mundo que se dedican a la caza de ballenas, una práctica que Tokio defiende como una tradición cultural milenaria que abandonó en 1986 a consecuencia de una moratoria y después retomó un año después con el supuesto objetivo de investigar el modo de vida y contenido de los estómagos de los mamíferos.
En febrero Japón suspendió temporalmente su caza anual de ballenas en aguas de la Antártida debido a los enfrentamientos con las organizaciones ecologistas.
Fuente: EFE/IPCD