Delincuentes extranjeros «disfrutan» de prisiones japonesas
De acuerdo a la revista Shukan Shincho, “Rokuju-oku” yen, es decir, 6,000,000,000 de yenes, es el costo anual aproximado que los contribuyentes japoneses aportan para «mantener» a delincuentes extranjeros en centros penitenciarios del país.
La cifra se calcula tomando la cantidad de 6,020 extranjeros encarcelados y el presupuesto de 1,200 yenes por día para sus comidas, servicios públicos, tratamiento médico, etc, mientras se encuentran detrás de las rejas.
A estos se suman los costos de la prisión preventiva para los residentes en situación irregular, alrededor de 2.03 millones de yenes, y los costos administrativos para las investigaciones, juicios, apelaciones, etc, incluyendo los honorarios de interpretes y traductores, estimados en alrededor de 3.6 millones de yenes.
La revista señala que la función básica del sistema penal de Japón no se basa en un castigo, sino que está diseñado para «rehabilitar» a los delincuentes y hacer posible su reinserción en la sociedad; Pero cuando la mayoría de los delincuentes extranjeros obtienen su libertad, por lo general son deportados a su país de origen, por lo que los fondos dirigidos a su rehabilitación sólo puede ser considerados como dinero desperdiciado.
En 2003, las prisiones japonesas tenían alrededor de 1,600 reclusos extranjeros, lo que representaba aproximadamente el 5% de la población penitenciaria total.
En 2010, los presos extranjeros llegaron a 3786, el 4.4% de la población penitenciaria total. Los recién llegados ese año incluían a 195 chinos, seguidos por brasileños, iraníes, coreanos (tanto del norte como del sur) y vietnamitas. El delito más común fue el robo.
Las prisiones de Fuchu y Osaka incluyen en su personal a traductores de idiomas persa, rumano, turco y varios idiomas tribales de Nigeria, además, los administradores de prisiones están obligados a atender sus particulares preferencias dietéticas y religiosas.
«Cuando tenemos prisioneros musulmanes, quitamos del menú la carne de cerdo», dice el oficial a cargo de los asuntos exteriores en la prisión de Fukushima. «También hemos tenido que hacer ajustes en las rutinas del mes cuando deben guardar ayuno y no perturbarlos cuando hacen sus cinco oraciones diarias«.
Tal parece ser que las condiciones supuestamente acogedores de las prisiones en Japón, además de pagar por el trabajo que realizan los presos, no sirven de mucho como un elemento de disuasión para los delincuentes extranjeros.
«Jueces chinos han tenido la oportunidad de visitar las prisiones japonesas, en una ocasión acompañé a uno y me dijo profundamente sorprendido: Este lugar es como el cielo. Supongo que hay chinos que quieren tomar residencia aquí a largo plazo«, dice el abogado Tomoko Sasaki, un ex fiscal de la corte de distrito de Yokohama.
En el sistema penitenciario nipón, a los presos se les paga por el trabajo que realizan con empresas que solicitan mano de obra. «Considerando el tipo de cambio actual, algunos internos pueden acumular suficientes ahorros como para comprar una casa en su país mientras cumplen su encierro«.
«Debido a la recesión en la industria japonesa, el número de empresas que utilizan mano de obra penitenciaria ha disminuido», añade. «Pero no es ninguna broma decir que Japón debería instalar sus prisiones en China y Tailandia y podría obtener muchas utilidades«, dice el abogado.
En realidad, muchos primo-delincuentes extranjeros acusados por delitos como robo ó prostitución, se les imponen penas suspendidas (no son encarcelados) y luego deportados, lo cual puede considerarse como una «medida de reducción de costos», por así decirlo.
Por otro lado, algunos de esos extranjeros deportados regresan a Japón con pasaportes falsos ó por otros medios y reinciden en su conducta delictiva.
«La detención de inmigrantes ilegales antes de que lleguen a tierra es la mejor forma de reducir los crímenes de extranjeros, quienes si son encarcelados, pueden disfrutar de la comodidad de las cárceles japonesas«, opina el abogado Sasaki.
Fuente: JT