Ambientalistas lanzan «bombas» fétidas y de pintura a balleneros japoneses
Los activistas ambientales del grupo «Sea Shepherd» arrojaron «bombas» fétidas de ácido butírico y pintura en la cubierta de un barco de la flota ballenera nipona desplazada en el Océano Antártico, en un nuevo intento para detener la cazería anual, informaron las autoridades japonesas el jueves.
El Instituto de Investigación de Cetáceos, un organismo cuasi-gubernamental, que lleva a cabo programas de caza de ballenas para su «investigación» en Japón, dijo que los miembros del grupo ecologista Sea Shepherd arrojaron botellas de pintura y ácido butírico, en el barco Yushin Maru 2.
Los activistas utilizaron el navio Steve Irwin para atacar a su embarcación y también arrojaron cuerdas, en un intento por detener al ballenero mediante la desactivación de su timón y las hélices.
Este ataque se produce poco después de que Japón decidió poner en libertad a tres activistas de Australia que habían abordado otro buque japonés para tratar de evitar que continuara con la cacería de los cetáceos.
«El Instituto de Investigación de Cetáceos condena enérgicamente al Sea Shepherd y sus movimientos peligrosos y violentos que realizaron en contra de los barcos japoneses en la Antártida», se dijo en un comunicado.
El instituto llamó a «todos los países relacionados con los ambientalistas a hacer esfuerzos para contenerlos y tratar sus acciones criminales de una manera más rigurosa y objetiva de acuerdo con sus obligaciones nacionales e internacionales».
También reiteró su llamado a Holanda, país donde el navío Steve Irwin está registrado, para frenar las acciones de la tripulación del barco.
«La caza de ballenas para su investigación en la Antártida, es una actividad perfectamente legal y apegada al Convenio Internacional para la Caza de la Ballenas», dijo el instituto.
Tres activistas del «the Forest Rescue Australia environmental group», abordó el Shonan Maru N º 2 el domingo en aguas de la costa oeste de Australia.
Acuerdos diplomáticos entre Canberra y Tokyo resultaron en el anuncio de que los tres volvieron a Australia y no fueron procesados en el sistema de justicia japonés.
La caza comercial de ballenas está prohibida por un tratado internacional, pero Japón desde 1987 utiliza un resquicio legal para llevar a cabo «investigaciones letales» en las criaturas, cuya carne aparece después misteriosamente en las mesas de restaurantes y hogares nipones.
Fuente: AFP/JT